Lucas
10:28.- Y le dijo: Bien has respondido;
haz esto, y vivirás.
El Hombre tiene una lucha
continua por hacer en su razón, lo que considera lógicamente correcto.
Es a diario. Tomamos decisiones
hasta de manera instantánea sobre cada paso cada gesto humano que realizamos. El
bien y el mal se anidan en nuestro corazón en una diatriba permanente que
amenaza nuestra salud mental, física, emocional y espiritual.
Pero debemos hacer. El vivir se
basa en hacer. Y en la gran mayoría de los caso sabemos qué hacer. Y allí aparece
la encrucijada, el debate... ¿Saldrá bien?... ¿A quién afectare?... ¿Estaré
feliz?... ¿Ayudara en algo a mi vida?...
Todas, preguntas con incertidumbre.
Jesus se encargo de decirles no
solo a los fariseos, sino a cada persona que se encontró, que hacer. En muchos
casos, solo su presencia, su santidad obligo a muchos a hacer lo que ya sabían.
Porque sabemos que hacer, y muchas veces no lo hacemos. Aun sabiendo las
consecuencias. Incluso sabiendo el peso de la consecuencia, no hacemos lo
debido. Aun sabiendo que hacer, vamos a la consulta de maestros, consejeros,
padres, pastores, terapeutas. Vamos inclusive ante Dios queriendo escuchar la
respuesta que de antemano ya sabemos que no nos va a dar, a manera de justificar
nuestra incertidumbre.
Lo mismo paso con el “maestro de
la ley”, en la parábola del samaritano... Jesus lo llevo a sacar de su razón,
la respuesta.
Lucas
10:37.- El dijo: El que usó de misericordia
con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
La reafirmación contundente...
¡Ve y haz tu lo mismo!
Dios ha puesto toda su palabra en
nuestro corazón. Y cuando dudamos, y más cuando decidimos dejarnos llevar por
la razón equivocada, se hace presente el pecado con su carga emocional, con su
consecuente culpa... Y es en esos momentos, que “El pecado en lo único bueno
que pudiera tener, nos hace estar en una posición tan miserable, que para salir
de ella solo podemos ir a Jesus”.
Los debates mentales se vuelven
hasta irracional, incoherente. Inútiles. Así son nuestras luchas contra Dios...
Lo que queremos versus lo que Dios quiere. Es decidir entre vivir en la culpa
venida del pecado, o vivir en la tranquilidad que viene de hacer lo debido.
Es la historia del mundo. Es la
historia de cada vida... Somos cada quien parte de una historia, en la que
figuraremos como personas que hicimos lo que quisimos, o lo que Dios quiso. Sera
nuestro retrato, legado, testamento. Nuestra marca. Nuestra participación en la
historia.
¿Qué hacemos entonces?... Simple...
Entremos dócilmente en los planes de Dios. No debatamos más. No luchemos con
nosotros mismos. NI contra Dios... No ganaremos... Tomemos a bien las
respuestas de Jesus... Y como ÉL es promotor de la vida. En El está la vida... Confiemos
descansemos en sus dichos... El comenzó
un nuevo proyecto en nosotros... “Él lo terminara”
Ir siempre a Jesus, al “Maestro”,
nos dirá para nuestro bien y para corona de su vida, algo que de seguro ya
sabemos. Su respuesta será muchas veces...
¡Bien haz
respondido!... ¡Ya tú lo sabes! ¡Haz esto, y vivirás!
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