El Ser humano en algunas
oportunidades tiende a ser autodestructivo. Y lo es a veces, sin estar
consciente.
Mantenemos conversaciones,
amistades, tratos permanentes, con personas que no edifican nuestra vida... Aceptamos
actitudes de personas que están en nuestro circulo intimo, que a todas luces
son perjudiciales... Cierto. Debemos amar a nuestros enemigos, pero no debemos
aceptar y menos compartir lo que finalmente nos hará daño.
En mis tiempos de deportistas,
había un refrán que rezaba, “No juegues con caimanes, porque te caimaneas”...
Haciendo alusión al hecho de que no íbamos a ser mejores atletas, si entrenábamos
con personas que estuvieran muy por debajo de nuestro nivel de juego... Porque
de hacerlo, “Nos quemábamos”.
Salvando las distancias es lo que
ocurre cuando no dejamos las inadecuadas conversaciones y las malas compañías...
Nos corromperemos, seremos como ellos... Inclusive, la Biblia dice en:
Proverbios
22:24.- No te juntes con un hombre
colérico, (Iracundo) ni frecuentes al rabioso: 25 podrías adquirir sus modales
y arriesgarías así tu vida.
Y pasa en las familias. Los hijos
copian los patrones de los padres... Es más los esposos, esposas, terminan
hablando como sus conyugues... Actuando como ellos... Y no estoy diciendo que
rompan el círculo familiar. Por el contrario debemos hacer todo lo necesario
por preservarlo. Pero por encima del hecho de que debemos seguir conviviendo, también
debemos luchar por que el trato familiar no se enrarezca.
Por ponerlo más fácil...Si uno de
los miembros es dado a la contienda, llegara el momento que todos contenderán.
Pero por igual, ocurre con el alcohol, las malas relaciones sentimentales, los
abusos de poder y otras cosas más.
Y dirán que exagero. No es
exageración. Jesus dijo “Sean radicales”... “Desechen lo que no está bien”. Es más,
dice la biblia radical en:
2
Tesalonicenses 3:6.- Pero os ordenamos,
hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande
desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
Jesus fue claro... Y no quiero
dejar por fuera, el trato en las redes... Leía con preocupación el hecho de que
las personas que “viven” en las redes sociales, terminan suprimiendo de su vida
el sentimiento de la compasión y de la empatía.
Le facilitamos al futuro de la
humanidad, nuestros hijos, el que “pernocten” en ese sistema, al punto de que
se convierten en “animales nocturnos”. No duermen... Estamos criando una
generación inmisericorde, nada entregados al bien por los demás... Porque
mantienen el apego, la dependencia emocional a cuanto “Influencer” “Youtuber” aparezca
en el espacio cibernético... Copian sus ideas, sus modales, su forma de hablar
y de actuar... Copian su irreverencia, su rebeldía... Y terminan siendo nada
amorosos hasta con sus padres, hermanos. Con su gente más cercana. Porque su
dependencia emocional está del otro lado de una pantalla... Y nosotros, los de
esta generación que ya está de salida, lo permitimos. Somos responsables...
Entonces, ¿Qué hacer?...
Colosenses
3:1.- Si, pues, habéis resucitado con
Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de
Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Debemos depender, emocional,
educativa y vivencialmente de Cristo. Con esto, nuestras relaciones serán
asertivas, sanas, edificantes... Así podremos cortar toda comunicación que
pueda influir negativamente, en nuestras conductas... Procurando en todo
momento, rodearnos de personas que nos aporten sabiduría del cielo... Dice en:
Proverbios
13:20.- Júntate con sabios y obtendrás
sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder.
Estamos en el mundo, pero no
debemos actuar como él nos incita, porque perderemos... Y en cuestión de
refranes, hay otro que reza que “El que a buen árbol se arrima, buena sombra le
cobija”.
Así que “Habite al abrigo del
altísimo, viva bajo la sombra del omnipotente”... No hay fallo en esto. Tendremos
buenos resultados... Y al convivir con personas no tan “sabias”, seamos nosotros
la influencia... Seamos el modelo a seguir, como seguidores de Cristo.
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