Salmo
30:10.- Señor, óyeme y ten compasión de
mí; Señor, ¡ayúdame! 11 Has cambiado en danzas mis lamentos; me has quitado el
luto y me has vestido de fiesta. 12 Por eso, Señor y Dios, no puedo quedarme en
silencio: ¡te cantaré himnos de alabanza y siempre te daré gracias!
La felicidad y el bienestar es el
deseo de Dios para el hombre... Y es lo que el hombre debe desear querer es...
¡¡¡Ser
feliz!!!
Algunos son felices solo con
tener familia... Otros, teniendo el sustento de cada día... Otros viviendo en
el campo, en la playa... Para otros viajar con una mochila es suficiente, pero
para algunos con solamente tener un techo, una casa, se consideran
afortunados... Otros siendo profesores, ingenieros, maestros, amas de casa...
Otros siendo esposos, padres... Pero por mucho que se esfuerce y trate de ser
feliz permanentemente, es imposible evitar que en algún momento, ocurra algo
que rompa esa felicidad.
Nadie quiere sufrir, pero está en
el escenario de la vida. E independientemente de la manera como cada hombre
mida su felicidad, de manera imprevista... Aparecerá el dolor. Y debemos
considerar el porqué y el para qué.
Santiago
5:11.- Pues nosotros consideramos
felices a los que soportan con fortaleza el sufrimiento. Ustedes han oído cómo soportó
Job sus sufrimientos, y saben de qué modo lo trató al fin el Señor, porque el
Señor es muy misericordioso y compasivo.
Dios es soberano, creador, sabio,
pero por sobre todo misericordioso y compasivo... Y no quisiera que alguien
estuviera en algún momento en los zapatos de Job... Perdió... ¡Todo!...
Familia, bienes, salud... Y aun así consideraba que esperar en Dios era lo
mejor... El sabia que debía aceptar tanto el bien y lo que según él consideraba
era el mal... Porque sabía quién era Dios...
En algún momento alguien sufrirá,
llorara, se lamentara. Estará de luto... Pero consideremos a Dios, en serio, en
el día de la angustia... Consideremos a Dios en medio del dolor... En medio de
este pánico global debido a la pandemia mundial.... Escuchemos a Dios en medio
de la prueba en la que científicos, hombres doctos, algunos incongruentes entre
sí, aseguran que difícilmente superaremos este momento.
Pero... Dios como siempre, tiene
el decreto final. Dice en:
Proverbios
1:33.- Pero el que me escucha dormirá en
paz, no tendrá que temer la desgracia.
El tiene la respuesta... Su
misericordia es ilimitada, y como Él, su respuesta es Perfecta... Solo quiere
que le escuchemos... Aprendamos a escuchar su voz... Cierre sus oídos a las
malas noticias, sus ojos a las malas imágenes... Cierre su mente a las
preocupaciones futuras... Amplié, levante y afirme su visión. Y no perdamos la
paciencia en medio de la desgracia... En medio de la tragedia... En medio de la
incertidumbre de cada tiempo... Creamos, que Dios cambiara el llanto en
alegría... En el lamento se hará realidad la esperanza... Bailaremos... Haremos
fiesta... Habrá alegría... Y en ese momento no nos quedemos en silencio...
Catemos, alabemos a Dios... Demos gracias... Y digamos como el salmista en:
Salmos
118:17.- No he de morir; he de vivir, para
proclamar las maravillas del Señor.
Tendremos vida para hacerlo...
Tendremos paz... Tendremos razones de más para...
¡¡¡Ser felices!!!
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