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martes, 9 de octubre de 2012

NO AL LEGALISMO… DE LA HOMOSEXUALIDAD

Romanos 1:27.- Y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.


La actividad sexual con una persona del mismo sexo es una abominación para Dios. En otras palabras ese acto es particularmente detestable y repugnante para Él.

En el Antiguo Pacto, los responsables de estas prácticas eran expulsados de la congregación de Israel y ejecutados. Dios le dio a Moisés las leyes que se debían seguir en relación a este aspecto.


Levítico 18:22.- No te echarás con varón como con mujer; es abominación.

También le dio los castigos que debían aplicarse en caso de faltar a estas leyes.

Levítico 20:13.- Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”.

Levítico  18:25.- y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores.

La Biblia dice que es abominación que un hombre se acueste con otro hombre como si fuera una mujer, o que una mujer haga lo mismo con otra como si fuera un hombre. A causa de abominaciones como la homosexualidad, la tierra vomitará a sus moradores.

En el Nuevo Testamento se nos dice que quienes practican la homosexualidad no entrarán al Reino de Dios (1 Corintios 6:9-10). El apóstol Pablo se refiere a ella como la última expresión de la rebelión contra Dios. Cuando las personas cambian la verdad de Dios por una mentira, y comienzan a adorar a las criaturas en lugar de Al Creador, estos son entregados al mal. En el libro de Romanos, 1:18  en adelante, el  apóstol  Pablo  habla  sobre  la ira de Dios contra la humanidad. Pablo llamó a la homosexualidad “inmundicia”, consecuencia de haber sido entregados por Dios a “pasiones vergonzosas”. Cuando todos los valores se invierten, y aparece la anarquía moral, los hombres se encienden “en su lascivia unos con otros”, al igual que las mujeres unas con las otras, pero en sus propios cuerpos recibirán el castigo de sus acciones.

Desde un punto de vista bíblico, el aumento de la homosexualidad constituye una señal de que la sociedad se encuentra en las últimas etapas de su decadencia. No podemos entonces permitir que nuestras autoridades vean este problema como el surgimiento de una nueva sociedad y legalmente autoricen esa relación, a través de la implantación de nuevas leyes. La palabra de Dios nos manda a respetar las autoridades, porque por  Él  han sido establecidas (Romanos 13:1), para prevenir el caos y la iniquidad que son consecuencias del pecado; Sin embargo, cuando un gobernante descuida su debida función, esa autoridad deja de ser de Dios.  Los creyentes deben obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29), quiero decir; si es aprobada una Ley que vaya en contra de la Ley de Dios, los creyentes deben obedecer primeramente la Ley de Dios.

Romanos, 1:32.- Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes la practican.

Según el versículo anterior, el que practica el pecado se expone a la condenación de Dios, pero le espera un castigo aun mayor al que lo respalda y lo aprueba, al complacerse este, en la inmoralidad de los demás. Cualquier nación que justifica la homosexualidad o el lesbianismo como un estilo de vida aceptable, está en su etapa final de corrupción moral.

Dios tiene dos propósitos al abandonar a los injustos al pecado;

1.       Permitir que el pecado y sus consecuencias se aceleren como parte de su juicio y condenación hacia ellos.
Hebreos 10:31.- ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
2.       Hacer que comprendan su necesidad de buscar a Dios para su perdón y salvación.
Hebreos 4:16.-  Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad. 


No debemos aceptar leyes aprobadas por las autoridades, aun legalmente constituidas, si estas leyes y las autoridades rompen con los estatutos morales que Dios ha implantado. Eso traerá  nefastas consecuencias no solo individualmente sino también como país. Los cristianos tenemos la obligación de ayudar al pecador a buscar a Dios para que se arrepienta, no aceptando justificar su desvío, sino señalándole el camino a nuestro salvador Jesucristo.

Autor: Aníbal Domínguez S.




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