Hebreos 10:35.- No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Son tiempos difíciles. Tiempos propicios para confiar en Dios. No son tiempos de juego. Ni de distracción. Son tiempos de estar quietos. Tiempos de oración, de estudio, de análisis, de aceptación. De evaluar nuestra vida y las opciones que tenemos. Y entre ellas, es impensable desechar la confianza en Dios.
Y aunque sucede mas fácilmente de lo que pudiéramos imaginar, no es opción desestimar algo que Dios nos da, sin que nos cueste nada. Al igual que los dones, nos da de Su fe, que si la apreciamos y la entendemos por lo que es, en su medida mas pequeña lograremos grandes cosas, como mover montañas, caminar sobre aguas turbulentas, provisiones milagrosas, sanaciones inimaginables, restauraciones divinas.
Porque recuerden... Es Dios. Se trata de la fe que proviene de El. Y al igual que la vida a la que nos aferramos tanto, la fe, Su fe es buena en gran manera, porque todo lo que Dios da, es bueno.
Por lo que con paciencia, esperemos confiadamente, reposando en su voluntad, soportados en su misericordia.
Son tiempos de estar quietos. Tiempos para ver la fidelidad de Dios. De conocerlo a El y presenciar su grandeza.
Son tiempos difícilmente tranquilos, pero esperanzados que en Sus Tiempos perfectos, la recompensa... ¡Llegara!.
Dios sigue estando a cargo...
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