20 y que amen a Dios y lo obedezcan siempre. De ustedes depende que vivan muchos años en el territorio que él prometió a Abraham, a Isaac y a Jacob, los antepasados de ustedes.
Deuteronomio 30:19.- El cielo y la tierra son testigos de que hoy les he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Yo les aconsejo, a ustedes y a sus descendientes, que elijan la vida,
Dios, Dios... ¡¡¡Dios!!!... Bueno, que mas decir de El. Es Dios.
El único, verdadero, majestuoso, maravilloso, benigno, bondadoso, amoroso, fiel, justo. Y tan justo, que da a cada quien el justo pago por sus obras. Y paga muy bien para los que actúan justamente. Para los que andan en la verdad absoluta de su palabra. Con ella como reglamento de vida.
Y que también da un pago justo, mucho mas grande a los que conociendo sus reglas actúan a espaldas de ella.
Siempre hablamos de lo bueno que es Dios, pero no queremos escuchar de la manifestación de su ira cuando actuamos voluntariamente y a conciencia en contra de su voluntad. Hay un pago para eso. Y es duro muy duro. Tan duro es, que afecta no solo nuestra vida personal, nuestra vida individual, sino que involucra y afecta nuestra vida familiar, nuestra vida ministerial.
La elección esta allí. Enfrente de nuestros ojos. Dirigido a nuestro corazón. Es la bendición, la maldición... La vida, la muerte. La decisión, es escoger lo que representa la vida, ejemplarizada, mostrada, vivida por Jesus... ¡El es nuestra vida!... Jesus que es la vida, es nuestra elección. De hacerlo debemos de todas, todas, dejar el pecado. De lo que sabemos que es pecado. Lo que el espíritu instruye como pecado, y que nos puede llevar a perder ¡¡¡Todo!!!, hasta la vida misma.
¿Qué decir de Dios?... Mucho mas. No solo que nos ama. Nos ama tanto, que nos dio la oportunidad de una nueva vida. Sin mentiras, sin medias tintas, fructífera, maravillosa como Jesus. Nos dio una nueva vida en Jesus.
Depende pues, de nosotros. ¡Elijamos pues!... ¡Elijamos!
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