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jueves, 11 de junio de 2020

PERO... SOMOS DE CRISTO


1 Corintios 3:23.- Y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
Somos pecadores por naturaleza. Por eso es que debemos buscar la perfección en Cristo para vencer en esta lucha contra el pecado.
En Cristo, iniciamos el camino para dominar los malos deseos que tenemos en nuestro corazón. Y la presencia del Espíritu Santo es vital. Sin él, como guía es imposible que podamos vencer de manera permanente el pecado.
Cristo hizo posible nuestra libertad al manifestar su victoria en la cruz y resucitar. De allí nuestra esperanza... De allí nuestra fe... En la cruz, se afirmo el amor por los pecadores... Solo Cristo lo puede hacer... Y al liberarnos del pecado, nos hacemos de manera voluntaria, de corazón, esclavos y siervos de Jesus. Lo que nos da libre acceso a Dios y de allí, a todas las promesas.
Ayer escribía que para tener acceso a las promesas, debemos cumplir con las condiciones de obediencia que Dios exige. Pero es difícil, por no decir imposible, no fallar. Lo hacemos a Diario. Pero el que es de Cristo, sabe qué hacer.
En:
Hebreos 4:16.- Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Dios espera que cada vez que fallemos, vayamos a Él en oración... Y por mucho o poco que pequemos, si nuestro corazón nos reprende, si nos sentimos culpables... Solo debemos acercarnos al trono de Dios en certidumbre de fe. Eso quiere El... Lo anhela... Lo espera y lo desea Dios... Porque somos sus hijos. Todo hijo de Dios debe acercarse a su Padre en momentos de necesidad... Y Dios nos espera sin ninguna intención de rechazarnos.
La Biblia dice en:
Salmo 51:17.- Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Nunca habrá rechazo. Porque El mas que nadie nos ama y quiere restaurarnos... Sus promesas están... Y si a causa del pecado se tranca el fluir de sus promesas... Al arrepentirnos e ir ante Dios, a través de Cristo, el perdón llegara y la restauración por igual. Entonces se abrirán nuevamente el acceso a sus promesas... Pisaremos nuevamente tierra prometida.
Dios sabe cuando fallamos de manera involuntaria... El sabe de nuestras luchas y nuestra aflicción y dolor. Y su disposición sigue igual.
1 Juan 1:9.- Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Somos pecadores... Pero hay gracia sobreabundante... Porque, Somos de Cristo...  Y lo que es de El nadie se lo arrebata de su mano... ¡Aleluya!

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