En
el mes de Diciembre a mi hijo de 22 años le detectaron la tensión arterial
sobre los valores normales. Desde entonces me he inquietado en leer mucho sobre
la Hipertensión. A esta la llaman la “asesina silenciosa. Inevitablemente, como
toda madre me he preocupado por las consecuencias de esta irregularidad en la
salud de mi hijo y esto me ha llevado a investigar sobre las causas, síntomas y
consecuencias de ésta enfermedad. Según estudios realizados no existe cura para la hipertensión. Esta logra
controlarse con dieta, ejercicios y fármacos. Según lo que pude leer cada día
se suman más jóvenes y aún niños con ésta patología. Inclusive los valores para
determinar a una persona hipertensa han disminuido. Se
habla de una nueva categoría llamada pre-hipertensos, personas que aunque no
sean denominadas hipertensas deben tomar conciencia de su estado y cambiar
considerablemente sus hábitos alimenticios, su sedentarismo, y desistir de
ciertas drogas sociales como el cigarro y el alcohol para quizá no llegar a la
hipertensión definitiva. Cada día, son más las enfermedades que llegan a más
personas. Ya las enfermedades no distinguen edad, ni sexo, ni raza. Antes,
enfermedades como la diabetes y la hipertensión eras propias de las
personas mayores en edad. Ya no,
actualmente hay niños y jóvenes padeciendo de esto.
Esta
nueva situación que vive mi hijo y por consecuencia yo, como lo dice el Señor,
ha sido para bien, aunque se piense por un momento: ¿y qué de bueno es tener una
situación de preocupación o aflicción?, Dios dice en su palabra:
Romanos 8:28.- “Y sabemos que para los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien”.
Lo
que estoy viviendo me ha llevado a darme
cuenta que soy vulnerable, que ahora más que nunca debo concientizarme de que
sin DIOS nada es posible, como escuché en una predicación: “sólo la
necesidad nos acerca a Dios”. Parece contradictorio, pero así es y sin embargo,
doy gracias por lo que me acontece…
1 Tesalonicenses 5:18.- “Dad gracias EN TODO, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
A veces son necesarias las aflicciones………
Salmo 34:19.- “muchas son las aflicciones del justo”
Es necesario de que Dios nos dé un sacudón para que nos demos cuenta de
que el camino que estábamos tomando no era el correcto, o que simplemente
para salgamos de la rutina espiritual a
la que estábamos acostumbrados. Job dijo: ¿recibiremos
de Dios el bien y el mal no lo recibiremos? (Job-2:19). Qué tan intocables nos sentimos, por el hecho de ser cristianos
o más: Ministros de DIOS, Pastores,
Maestros, Diáconos entre otros nombramientos que tiene la Iglesia Cristiana. Nos
mentimos pensando que nada nos puede pasar porque “estamos trabajando para
Dios”. Pero no es así y un ejemplo vivo de ello es Job, hombre perfecto y
recto, temeroso de DIOS y apartado
del mal (Job 1:8), quien no estuvo
exento del sufrimiento y del padecimiento, pero estos no hicieron que Job
renegara de DIOS, aún más, en medio
de su aflicción dijo:
Job 1:21.- “El Señor dio, el Señor quitó. Sea el nombre del Señor bendito”
Es difícil dar gracias en medio de
las vicisitudes, pero eso es lo que DIOS
espera que hagamos. Amo a mi hijo, solo DIOS
sabe cuánto lo amo y quisiera que jamás le ocurriera nada malo, que ninguna
enfermedad llegara a su cuerpo, que ningún mal le aconteciera, pero meditando y
orando pude darme cuenta, que antes de ser mi hijo, es hijo de DIOS, y es imposible que yo lo ame más
de lo que DIOS lo ama a él. Estoy segura que esto que nos sucede es para
nuestro bien, sino no estuviera pasando, porque DIOS tiene control de todas las cosas (Mateo 10:29). Se de personas que también están pasando por momentos
difíciles, algunos viven situaciones más duras que otros, para algunos las
aflicciones son más severas, pero tengo la convicción de que aún así DIOS está allí.
Quizá la situación por la que usted está pasando sea muy difícil, quizá tenga un
familiar al que usted ama en situación de enfermedad, o quizá tenga problemas
de otra índole que le están robando su paz. Sea cual sea su situación, le pido
piense en lo siguiente: no estamos solos, somos hijos de DIOS y El nos ama más que nadie, tanto así, que fue capaz de
entregar a su hijo legítimo al sufrimiento para salvarnos a nosotros (Juan 3:16). Si nosotros siendo malos
queremos lo mejor para nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre que está en los
cielos. Sé que no es fácil, lo vivo en carne propia, pero ten valor y ármate de
mucha fe, y como dice su palabra,
Filipenses 4:6.- “No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también”
Dios te bendiga y te de las fuerzas para seguir
adelante y no olvides, en medio de la tribulación estate quieto y alégrate en JESUCRISTO en medio de tu aflicción,
confiando en las promesas del DIOS
que no puede mentir.
Autor: Belkis Quijada, una madre agradecida.
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