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miércoles, 16 de enero de 2019

CARTA ABIERTA

Romanos 14:1.- Reciban bien al que es débil en la fe, y no entren en discusiones con él.

Hace aproximadamente 5 meses, sostuve una muy corta conversación con una obstetra que me mencionaba que tenía un primo pastor y me hacia la pregunta de que si yo lo conocía. Al mirar una foto del mencionado, dude porque no estaba seguro. Y le respondí: ¡Bueno, sabe que estamos en la ciudad que más iglesias cristianas tiene en Venezuela, por lo que es difícil conocer a todos los pastores de la ciudad!

Al salir, me ataco un pensamiento muy fuerte, recordándome una triste noticia. Vivo en Ciudad Guayana, Estado Bolívar y mi oficio actual es ser Pastor de una pequeña congregación. Y conozco y sé de muchas iglesias en esta ciudad, la cual esta ranqueada como la segunda ciudad más peligrosa de Venezuela y la octava del mundo. Y la pregunta es ¿Como que una ciudad que tiene tantas iglesias, puede ser tan peligrosa? Y concluí que la respuesta es, por la falta de unidad integral entre las iglesias.

Eso me entristeció. Y permítanme decirles que esta falta de unidad la he experimentado en carne propia...

La iglesia que está consciente de su papel, se ha sumido en un letargo prolongado de negligencia en lo que se refiere a la unidad entre ellas. Y basta tener conversaciones no solamente con otros pastores, sino entre cristianos nominales. De los que no tienen un papel o una función ministerial.

La feligresía habla muy mal de las iglesias. Hablan muy mal de los Pastores e inclusive de sus propios Pastores. Existen cristianos que se expresan muy mal del papel que desempeñamos y con razón, porque no hemos asumido una posición, ni enseñado la posición que como iglesia debemos ser respecto a la unidad. Porque cada Pastor está centrado en su rebaño. En sus 50, sus 100 o sus miles. Y no quieren unidad con otro rebaño porque según su Biblia o según su verdad, anteponen diferencias, como por ejemplo, la de que hay que cuidar la sana doctrina en la que se creen fuertes y eso no permite la unidad. Cuando la biblia nos enseña, que aunque seamos fuertes recibamos a los débiles. Que debemos ser un solo cuerpo, que debemos recibirnos los unos a los otros. Que le demos la mano al que esta caído y eso incluye el contexto macro de iglesia.

Hay iglesias que se están levantando y que solicitan la ayuda de las “grandes” y estas son menospreciadas porque son pequeñas, olvidándose que alguna vez ellas lo fueron. Es triste esta realidad. Y esa realidad que no es la verdad nos impide ser unidas. Y por ende el bien que debemos hace no lo hacemos. Que es ser unidos por encima de todo, poniendo por delante el amor. Olvidándose del que está encima de todo que es Cristo. El que nos dice todavía hoy, en su sermón del monte que debemos ayudar al que lo necesita, al pobre, al que adolece de algo, al que se está iniciando. Y toda la responsabilidad cae sobre nosotros... los Pastores. Los “lideres” que no enseñamos lo que JESUCRISTO nos enseño, lo que nos mando. Y por eso tenemos una feligresía dividida e inclusive famélica. Con un pobre discipulado, o una mal enseñada disciplina del servicio, disfrazada de liderazgo en el que solo se ama a los que les aman.

Y esto parecerá una manifestación de frustración, de resentimiento. Bueno, lo tomare así. Pero como cuesta poner todo a la disposición del que lo necesita. Cuando JESÚS dice que inclusive vendamos todo y pongámoslo a la disposición de los demás. De que pensemos en el bien del otro. Que no nos cansemos del hacer el bien, primeramente a los de la fe. De qué el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Pero si cierra el corazón Si encoge la mano. Obviamos a priori estas enseñanzas.

Como unimos la ciudad en torno a Cristo, si nosotros los cristianos No mostramos el amor entre nosotros. No somos unidos como iglesia, porque los pastores que debemos dirigir, dirigimos mal Pensamos solo en nosotros. En mi bien, En mi iglesia, en mi rebaño, en mi pertenencia y como decía mi suegro, ¡Comiendo yo no falta más nadie! ¡Si tengo lo que necesito, a mí que me importa las otras! ¡Que me importa la ciudad! ¡Que me importa el país! ¡Que me importa el mundo! ¿Para qué preocuparme?... ¡Yo estoy bien! ¡Soy fuerte!.... ¡Tengo una “Iglesia”! ¡Mi iglesia! Triste, muy triste. Pero... Hay una esperanza. Sé que también hay algunos dejándose dirigir por el Espíritu Santo, que buscan la unión. Que se ofrecen por los demás. Que dan la vida por los otros, inclusive de sus enemigos para glorificar a Cristo, Glorificar a Dios y a la iglesia.

¿Queremos cambiar el país? Pongamos en práctica la manera de amar de JESÚS entre nosotros...

Porque el amor es todo. Es el vínculo perfecto. Es el enlace perfecto de la unión. El amor permite por encima de cualquier diferencia, tolerar, soportar a su hermano. E inclusive sufrir por él. Si tenemos ese amor, DIOS se mostrara en nuestras iglesias y en nuestro país.

Efesios 2:4.- Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), Como salvo, ame. Como salvo, tolere. Como salvo, únase. Como salvo sea una carta abierta del amor.

Efesios 5:2.- Traten a todos con amor, de la misma manera que Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios. 

Dios les bendiga..... Alguien dice, Amen....

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