Juan 3:17-18.- “Porque no envió DIOS a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por ÉL. El que
en ÉL cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque
no ha creído en el unigénito Hijo de DIOS”
A
mis 15 años de edad solía pensar que era buena por varias razones. Era buena
hija, me esforzaba por ir bien en mis estudios, era buena hermana y a pesar de
la circunstancias de mi vida, tenía muchas buenas expectativas acerca de mi
futuro. A pesar de tener una muy corta edad y estar en plena flor de la
adolescencia, no tenía vicios de ningún tipo, no tenia novio, ni era una chica
desenfrenada… Todo esto me hacía tener la creencia de que yo, era buena. Debo
confesar también, que mis padres nunca me inculcaron tanto la religión en
ninguna de sus formas... Si hubo uno que otro consejo sobre acordarme de DIOS. Pero... ¿Cuál DIOS?, Pensaba yo… ¿Existe? ¿Es real?
¿Hay algo allá arriba o más allá de esto que puedo ver y palpar? Esas eran las
interrogantes en mi cabeza cada vez que pensaba en DIOS. Para resumir esa parte de mi vida, debo decir que siempre en
las noches antes de dormir me acostaba pensando en ÉL, en DIOS; y le decía
en voz audible: “Si hay un DIOS allá
arriba que me escucha, te pido que te muestres en mi vida y que me lleves donde
tu estás”. Eso era todo, sólo pedía eso, casi todas las noches antes de ir a
dormir… Pasó un corto tiempo y fui a una congregación cristiana motivada por un
familiar. Al principio no me sentía atraída por nada de aquello que decían en
aquel lugar, no entendía nada. Hasta que un buen día me quedé muy atenta
escuchando lo que aquel predicador hablaba… Y hablaba de LA SALVACIÓN. Puedo recordar claramente como de pronto mi mundo y
mis creencias se desvanecían, con lo cual pude verme a mi misma... Ya no me creía
tan buena y empecé a sentir esa profunda necesidad de perdón… Estaba
profundamente arrepentida, con un gran dolor y un llanto inconsolable. No sé
cuanto tiempo pasó, lo que sí sé, es que mi vida pasó completa como imágenes en
mi cabeza en ese intervalo de tiempo. Y de manera inesperada, vi mis errores y
mis culpas. ¿Qué había pasado?... Nadie oró por mi, nadie me tocó, nadie me
dijo nada, ¿Qué me sucedió?… Luego entendí que éramos simplemente JESÚS y yo, el Hijo de ese DIOS al que le pedía todas las noches
que se mostrara a mi vida... Y... ¡Vaya que se mostró! ¡Y de qué manera!
Job 42:5.- “De oídas te había oído; mas ahora
mis ojos te ven”
Desde
aquel momento mi vida empezó a cambiar drásticamente, para bien... Y recuerdo
que mencioné estas palabras: “Cuidaré mi salvación”... Para mi, había recibido
algo que no merecía, pero que era lo mejor que me había podido pasar en todos mis
16 años de vida.
La
salvación es un regalo de DIOS. A lo
largo de la historia y desde el principio de la creación, el ser humano alejado
de DIOS ha dejado minar su vida de
maldad y rebelión hasta llegar a un punto de no retorno, donde parece que ya
nada se puede arreglar, donde su alma se ha perdido. DIOS sabiendo el porvenir de la humanidad, pero respetando el libre
albedrío de la misma para escoger qué camino seguir, ha provisto una manera de
retornar a ÉL, y esa provisión es JESÚS, su Hijo.
Romanos 3:23.- “Por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de DIOS,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es CRISTO JESÚS”
Ahora
bien, todo aquel que ha creído de hecho y de verdad en JESÚS, tiene la salvación, la preservación de su alma para caminar
en la tierra en libertad y siendo genuinamente un hijo de DIOS, no solamente para morir y tener libre acceso al cielo y a una
eternidad con DIOS. Quien se ha
arrepentido de verdad de su pecado y rebelión, y ha obtenido el perdón genuino
de DIOS, cambiando progresivamente
su modo de vivir, ese es hijo de DIOS.
La pregunta es: ¿PARA QUÉ SOMOS SALVOS?...
Soy salvo… y ahora, ¿Qué sigue?
Tito 2:11-12.-
Pues
DIOS ha mostrado su bondad, al
ofrecer la salvación a toda la humanidad. Esa bondad de DIOS
nos enseña a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos, y a llevar en el
tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud y piedad.
Nuestra vida debe mostrar acciones y actitudes de
cambio continuo, la gente que nos rodea debe ver algo diferente en nosotros sin
que eso signifique que somos totalmente perfectos, porque el único que pudo
lograr esa perfección total y absoluta fue JESÚS.
Luego de salvarnos DIOS nos insta a
través de su palabra que debemos reunirnos, congregarnos como hermanos, hijos
de un mismo PADRE, limpiados por una
misma sangre (la de JESUCRISTO),
miembros de un mismo cuerpo (el de JESUCRISTO),
del cual la cabeza es CRISTO... Pero
hay un detalle muy importante que resaltar y es que entre nosotros mismos
buscamos encontrar perfección, gente perfecta, sin debilidades, ni errores, ni
fallas, ni “patas cojas”, ni circunstancias, ni situaciones, ni traumas… Buscamos
gente perfecta. Y algo que jamás
encontraremos en este universo llamado Iglesia será perfección, mientras
vivamos en este cuerpo, mientras nuestro corazón lata, mientras nuestro cerebro
funcione, VAMOS A COMETER ERRORES. Algunos
muchos, otros no tantos, pero siempre vamos a cometer errores... El apóstol, el
profeta, el evangelista, el pastor y el maestro, el líder, el anciano, el
diácono, el hermanito, ¡todos!, Todos vamos a cometer errores. Por eso somos
salvos, pero no perfectos. Algunos dirán que la Biblia habla de que debemos ser
perfectos como el PADRE es perfecto,
pero la perfección de la que hablaba JESÚS
no era de que no cometeríamos fallas, ni que jamás seríamos débiles, sino que
seríamos perfectos para DIOS mientras
creyésemos en ÉL, le siguiéramos y practicáramos
las políticas establecidas por JESÚS
acerca del Reino de Dios, según el estándar del cielo y a través de su sangre
al ser derramada en la cruz cuando ÉL
muriera. De esa perfección se trata, de la perfección que nos proporciona CRISTO ante el PADRE, jamás de la perfección carnal, humana, ni terrenal, porque
es imposible. No obstante, a pesar de leer y escuchar a través de sermones lo
mismo, seguimos, como creyentes disparándonos y tendiéndonos trampas para
probar que tan salvo es nuestro semejante.
DIOS nos llama a ser salvos, no
perfectos a la vista humana porque humanamente somos falibles. No siempre
podremos satisfacer las peticiones, expectativas o caprichos de otras personas
o hermanos de otras o de nuestra misma congregación. La Escritura afirma que el
alma del ser humano no se sacia... Aún nosotros mismos, no podemos llegar a
complacernos totalmente, a pesar de tener la posibilidad de hacer tantas cosas,
somos finitos, tenemos límites, porque somos humanos, NO SOMOS DIOS… Y principalmente
por esta última razón y en este sentido, dependemos de la gracia de DIOS cada día, dependemos del perdón de
DIOS cada día. Somos salvos no
solamente para que nuestra alma no se pierda en un lugar de condenación eterna,
¡No! Somos salvos para aprender a vivir y dejar de sobrevivir o subsistir... Somos
salvos y empezamos realmente a vivir, Somos salvos para ser agentes de cambio y
transformación, impulsando a otros a encontrar la misma salvación que nosotros
conseguimos y que esos otros vivan bien. Somos salvos para formar parte de una
familia inmensa, en la cual el linaje no se pierde porque en esa familia
sabemos de donde venimos, de quien venimos y hacia donde vamos, en esa familia
un día nos reuniremos todos ante el PADRE
de todos y ante el Hermano Mayor de todos: JESUCRISTO,
EL MESÍAS, EL REY, por lo cual debemos amarnos en sinceridad, sin
fingimiento, tolerándonos, ayudándonos, restaurándonos, edificándonos y siendo
apoyo e inspiración de bondad, misericordia, fe y amor. Somos salvos para ser
libres, para tener una conciencia renovada por el único ser que conoce y
entiende la vida: DIOS. Somos salvos
para no ser cristianos religiosos… cito las palabras de un sabio evangelista
que decía: “Somos cristianos no para pertenecer a una religión, somos
cristianos para tener la vida de DIOS
en nuestra vida”. Ser cristiano no nos hace mejores ni peores que nadie, pero
sí nos hace personas inmensamente privilegiadas caminando en esta tierra con el
sello de garantía del Santo Espíritu de DIOS.
No debemos permitir que un dedo señalador cuestione nuestra salvación, aun
cuando tengamos dificultades, tormentas y debilidades.
DIOS
SIEMPRE ESTARÁ CON NOSOTROS. NADIE PUEDE ACUSAR A UN ESCOGIDO.
Por eso DEBEMOS
SER DIFERENTES, SER COMO JESÚS, dejar salir su aroma, reflejar su rostro,
su compasión, su misericordia y bondad. Si en verdad recibimos la salvación.
DEBEMOS AMAR E IMPACTAR AL MUNDO, IMPACTAR
A NUESTROS HERMANOS CON EL AMOR DE DIOS…
Nos llaman “locos, creídos, religiosos,
perfectos, fanáticos, hipócritas, falsos, radicales, etc.”, sufrimos
penalidades en mayor y menor escala según la voluntad de DIOS lo permita, pero si en verdad recibimos la salvación, eso nos
empujará espontáneamente a buscar más y más esa buena vida abundante que nos
ofrece CRISTO y que DIOS ya preparó para todo aquel que
decida hacer un “alto” en su camino y retornar a su diseño original y
auténtico, retornar a su CREADOR... DIOS.
Al que es salvo y no se congrega: No busques
perfección en el cuerpo del cual tú mismo eres miembro. JESÚS toleró en su tiempo a todos y más a aquellos que lo
adversaron. Estás llamado a congregarte como hijo y miembro del cuerpo de CRISTO JESÚS. ¡HAZLO!
Hablo al que duda de su salvación: La salvación
está ahí siempre, si la pierdes es porque nunca la obtuviste… es tiempo de
creer, recibirla y cuidarla.
Romanos 6:1-2.- “¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Si aún no has conocido a JESÚS como tu Señor y Salvador, es tiempo, si empiezas a estar
atento a lo que algún buen predicador dice de ÉL, inesperada y felizmente llegará a ti... su salvación.
Romanos 10:13.-
“Porque
todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”
¡CUIDA TU
SALVACIÓN Y VIVE SIN PREJUICIOS!
Bendiciones....
Autor: La adolescente a la que DIOS se mostró a los 16 años.