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viernes, 13 de junio de 2014

¿PARA QUÉ SOMOS SALVOS?

Juan 3:17-18.- “Porque no envió DIOS a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por ÉL. El que en ÉL cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el unigénito Hijo de DIOS”
A mis 15 años de edad solía pensar que era buena por varias razones. Era buena hija, me esforzaba por ir bien en mis estudios, era buena hermana y a pesar de la circunstancias de mi vida, tenía muchas buenas expectativas acerca de mi futuro. A pesar de tener una muy corta edad y estar en plena flor de la adolescencia, no tenía vicios de ningún tipo, no tenia novio, ni era una chica desenfrenada… Todo esto me hacía tener la creencia de que yo, era buena. Debo confesar también, que mis padres nunca me inculcaron tanto la religión en ninguna de sus formas... Si hubo uno que otro consejo sobre acordarme de DIOS. Pero... ¿Cuál DIOS?, Pensaba yo… ¿Existe? ¿Es real? ¿Hay algo allá arriba o más allá de esto que puedo ver y palpar? Esas eran las interrogantes en mi cabeza cada vez que pensaba en DIOS. Para resumir esa parte de mi vida, debo decir que siempre en las noches antes de dormir me acostaba pensando en ÉL, en DIOS; y le decía en voz audible: “Si hay un DIOS allá arriba que me escucha, te pido que te muestres en mi vida y que me lleves donde tu estás”. Eso era todo, sólo pedía eso, casi todas las noches antes de ir a dormir… Pasó un corto tiempo y fui a una congregación cristiana motivada por un familiar. Al principio no me sentía atraída por nada de aquello que decían en aquel lugar, no entendía nada. Hasta que un buen día me quedé muy atenta escuchando lo que aquel predicador hablaba… Y hablaba de LA SALVACIÓN. Puedo recordar claramente como de pronto mi mundo y mis creencias se desvanecían, con lo cual pude verme a mi misma... Ya no me creía tan buena y empecé a sentir esa profunda necesidad de perdón… Estaba profundamente arrepentida, con un gran dolor y un llanto inconsolable. No sé cuanto tiempo pasó, lo que sí sé, es que mi vida pasó completa como imágenes en mi cabeza en ese intervalo de tiempo. Y de manera inesperada, vi mis errores y mis culpas. ¿Qué había pasado?... Nadie oró por mi, nadie me tocó, nadie me dijo nada, ¿Qué me sucedió?… Luego entendí que éramos simplemente JESÚS y yo, el Hijo de ese DIOS al que le pedía todas las noches que se mostrara a mi vida... Y... ¡Vaya que se mostró! ¡Y de qué manera!
Job 42:5.- “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”
Desde aquel momento mi vida empezó a cambiar drásticamente, para bien... Y recuerdo que mencioné estas palabras: “Cuidaré mi salvación”... Para mi, había recibido algo que no merecía, pero que era lo mejor que me había podido pasar en todos mis 16 años de vida.

La salvación es un regalo de DIOS. A lo largo de la historia y desde el principio de la creación, el ser humano alejado de DIOS ha dejado minar su vida de maldad y rebelión hasta llegar a un punto de no retorno, donde parece que ya nada se puede arreglar, donde su alma se ha perdido. DIOS sabiendo el porvenir de la humanidad, pero respetando el libre albedrío de la misma para escoger qué camino seguir, ha provisto una manera de retornar a ÉL, y esa provisión es JESÚS, su Hijo.
Romanos 3:23.- “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de DIOS, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es CRISTO JESÚS
Ahora bien, todo aquel que ha creído de hecho y de verdad en JESÚS, tiene la salvación, la preservación de su alma para caminar en la tierra en libertad y siendo genuinamente un hijo de DIOS, no solamente para morir y tener libre acceso al cielo y a una eternidad con DIOS. Quien se ha arrepentido de verdad de su pecado y rebelión, y ha obtenido el perdón genuino de DIOS, cambiando progresivamente su modo de vivir, ese es hijo de DIOS. La pregunta es: ¿PARA QUÉ SOMOS SALVOS?... Soy salvo… y ahora, ¿Qué sigue?
Tito 2:11-12.- Pues DIOS ha mostrado su bondad, al ofrecer la salvación a toda la humanidad.  Esa bondad de DIOS nos enseña a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos, y a llevar en el tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud y piedad.
Nuestra vida debe mostrar acciones y actitudes de cambio continuo, la gente que nos rodea debe ver algo diferente en nosotros sin que eso signifique que somos totalmente perfectos, porque el único que pudo lograr esa perfección total y absoluta fue JESÚS. Luego de salvarnos DIOS nos insta a través de su palabra que debemos reunirnos, congregarnos como hermanos, hijos de un mismo PADRE, limpiados por una misma sangre (la de JESUCRISTO), miembros de un mismo cuerpo (el de JESUCRISTO), del cual la cabeza es CRISTO... Pero hay un detalle muy importante que resaltar y es que entre nosotros mismos buscamos encontrar perfección, gente perfecta, sin debilidades, ni errores, ni fallas, ni “patas cojas”, ni circunstancias, ni situaciones, ni traumas… Buscamos gente perfecta.  Y algo que jamás encontraremos en este universo llamado Iglesia será perfección, mientras vivamos en este cuerpo, mientras nuestro corazón lata, mientras nuestro cerebro funcione, VAMOS A COMETER ERRORES. Algunos muchos, otros no tantos, pero siempre vamos a cometer errores... El apóstol, el profeta, el evangelista, el pastor y el maestro, el líder, el anciano, el diácono, el hermanito, ¡todos!, Todos vamos a cometer errores. Por eso somos salvos, pero no perfectos. Algunos dirán que la Biblia habla de que debemos ser perfectos como el PADRE es perfecto, pero la perfección de la que hablaba JESÚS no era de que no cometeríamos fallas, ni que jamás seríamos débiles, sino que seríamos perfectos para DIOS mientras creyésemos en ÉL, le siguiéramos y practicáramos las políticas establecidas por JESÚS acerca del Reino de Dios, según el estándar del cielo y a través de su sangre al ser derramada en la cruz cuando ÉL muriera. De esa perfección se trata, de la perfección que nos proporciona CRISTO ante el PADRE, jamás de la perfección carnal, humana, ni terrenal, porque es imposible. No obstante, a pesar de leer y escuchar a través de sermones lo mismo, seguimos, como creyentes disparándonos y tendiéndonos trampas para probar que tan salvo es nuestro semejante.

DIOS nos llama a ser salvos, no perfectos a la vista humana porque humanamente somos falibles. No siempre podremos satisfacer las peticiones, expectativas o caprichos de otras personas o hermanos de otras o de nuestra misma congregación. La Escritura afirma que el alma del ser humano no se sacia... Aún nosotros mismos, no podemos llegar a complacernos totalmente, a pesar de tener la posibilidad de hacer tantas cosas, somos finitos, tenemos límites, porque somos humanos, NO SOMOS DIOS…  Y principalmente por esta última razón y en este sentido, dependemos de la gracia de DIOS cada día, dependemos del perdón de DIOS cada día. Somos salvos no solamente para que nuestra alma no se pierda en un lugar de condenación eterna, ¡No! Somos salvos para aprender a vivir y dejar de sobrevivir o subsistir... Somos salvos y empezamos realmente a vivir, Somos salvos para ser agentes de cambio y transformación, impulsando a otros a encontrar la misma salvación que nosotros conseguimos y que esos otros vivan bien. Somos salvos para formar parte de una familia inmensa, en la cual el linaje no se pierde porque en esa familia sabemos de donde venimos, de quien venimos y hacia donde vamos, en esa familia un día nos reuniremos todos ante el PADRE de todos y ante el Hermano Mayor de todos: JESUCRISTO, EL MESÍAS, EL REY, por lo cual debemos amarnos en sinceridad, sin fingimiento, tolerándonos, ayudándonos, restaurándonos, edificándonos y siendo apoyo e inspiración de bondad, misericordia, fe y amor. Somos salvos para ser libres, para tener una conciencia renovada por el único ser que conoce y entiende la vida: DIOS. Somos salvos para no ser cristianos religiosos… cito las palabras de un sabio evangelista que decía: “Somos cristianos no para pertenecer a una religión, somos cristianos para tener la vida de DIOS en nuestra vida”. Ser cristiano no nos hace mejores ni peores que nadie, pero sí nos hace personas inmensamente privilegiadas caminando en esta tierra con el sello de garantía del Santo Espíritu de DIOS. No debemos permitir que un dedo señalador cuestione nuestra salvación, aun cuando tengamos dificultades, tormentas y debilidades.

DIOS SIEMPRE ESTARÁ CON NOSOTROS. NADIE PUEDE ACUSAR A UN ESCOGIDO.

Por eso DEBEMOS SER DIFERENTES, SER COMO JESÚS, dejar salir su aroma, reflejar su rostro, su compasión, su misericordia y bondad. Si en verdad recibimos la salvación.

DEBEMOS AMAR E IMPACTAR AL MUNDO, IMPACTAR A NUESTROS HERMANOS CON EL AMOR DE DIOS

Nos llaman “locos, creídos, religiosos, perfectos, fanáticos, hipócritas, falsos, radicales, etc.”, sufrimos penalidades en mayor y menor escala según la voluntad de DIOS lo permita, pero si en verdad recibimos la salvación, eso nos empujará espontáneamente a buscar más y más esa buena vida abundante que nos ofrece CRISTO y que DIOS ya preparó para todo aquel que decida hacer un “alto” en su camino y retornar a su diseño original y auténtico, retornar a su CREADOR... DIOS.

Al que es salvo y no se congrega: No busques perfección en el cuerpo del cual tú mismo eres miembro. JESÚS toleró en su tiempo a todos y más a aquellos que lo adversaron. Estás llamado a congregarte como hijo y miembro del cuerpo de CRISTO JESÚS. ¡HAZLO!
Hablo al que duda de su salvación: La salvación está ahí siempre, si la pierdes es porque nunca la obtuviste… es tiempo de creer,  recibirla y cuidarla.
Romanos 6:1-2.- “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Si aún no has conocido a JESÚS como tu Señor y Salvador, es tiempo, si empiezas a estar atento a lo que algún buen predicador dice de ÉL, inesperada y felizmente llegará a ti... su salvación.
Romanos 10:13.- “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”
¡CUIDA TU SALVACIÓN Y VIVE SIN PREJUICIOS!
Bendiciones....
Autor: La adolescente a la que DIOS se mostró a los 16 años.




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